En la línea de partida:
Los que tienen por costumbre practicar algún deporte, a nivel recreativo o profesional, habrán podido experimentar la misma sensación, y es que a pesar de mis habilidades o cualidades como atleta, la preparación y la disciplina, siempre marcarán la diferencia. y es que aunque seamos unos principiantes, si nos preparamos, dedicamos tiempo y sacrificamos algunas cosas, afectará mi desempeño y éxito en el deporte o disciplina que esté practicando.

Así mismo debemos prepararnos para afrontar la carrera de la vida. Esto también va a implicar dedicación, constancia, disciplina y seguramente muchos sacrificios; todo esto nos ayudará a correr esa carrera en mejor forma, y muy seguramente con mejores resultados que si no lo hacemos.
En la biblia el apóstol Pablo nos remarca también cómo debemos correr la carrera. En 1 Co 9:24-25 encontramos: 24

Pablo aquí de manera clara y explícita nos invita a no ser solo participantes, a correr la carrera por correrla, a participar solo por participar. Nos hace una invitación a ganar el premio; pero el premio solo lo obtiene alguien que se ha preparado para correr, que ha sacrificado mucho y que tiene en mente la victoria.
Creo que dar ese paso de levantarme, esforzarme y dedicarme a prepararme requiere y demanda algo de mi, algo que solo yo y nadie más podrá hacer por mi. Yo soy el protagonista de la carrera. Mi rol no es secundario, por el contrario Pablo nos dice que debemos ser protagonistas, que debemos correr como quien quiere ganar. Y esto va a demandar de mí, una acción.
A veces estamos en nuestra carrera, que no es nada más que nuestra vida, y vamos atravesando y avanzando kilometro tras kilometro, año tras año alcanzando algunos resultados. Para muchos serán los hijos, un trabajo soñado, el éxito en algún área de nuestra vida; pero ¿será que esos resultados son fruto de nuestro mejor esfuerzo, o han podido ser mejores y mayores?. Esta pregunta nos plantea la opción, de que quizá, los resultados podrían haber sido otros, si nos hubiésemos preparado mejor. Si he logrado lo que tengo sin la dedicación de un atleta que corre solo por la victoria, ¿cómo estaría ahora si tengo en cuenta la invitación de Pablo?, entrenarse con disciplina, como aquel atleta que corre por el premio mayor.

En los últimos meses, he puesto en práctica algunas acciones que han sumado a mi intención de activarme, de prepararme y estar listo para la carrera, para mi meta, para mi milagro. Considero que al poner en marcha estos numerales, vamos a experimentar un cambio que alimentará ese deseo, me llevará a algunas acciones que reafirmarán mi decisión. El cambio inicia conmigo, lo genero yo, y solo en el momento en el que yo decida, me levantaré y correré la carrera.

- Vencer la carne: el libro de Daniel, en el capítulo uno nos narra la historia de este jóven que aún desde temprana edad, decidió no participar de cosas que pudieran contaminar su vida. En la tierra vivimos una batalla con el mundo, y sus deseos, deseos que nos invitarán todos los días a participar de cosas aparentemente normales, pero que nos pueden contaminar.
Como cristianos debemos hacer frente a esta batalla, identificando mi debilidad y peleando con las armas espirituales, además de acciones terrenales que vayan en consecuencia y que ponga límites que me ayuden a vencer los deseos de la carne.
La batalla debo pelearla como lo hace un soldado en el campo de batalla; de pie, listo, en posición, enfocado en ganar la pelea. Nosotros somos soldados que pelean una batalla diaria, y la tentación, la carne debo enfrentarla como quien tiene en frente su enemigo más mortal, mas despiadado y destructor que podamos enfrentar, y solo lo vamos a vencer si estoy de pie, en posición y activado.

- No puedo olvidar de dónde Dios me sacó: recuerdo como algunos años atrás, pidiendo a Dios por respuestas a algunas peticiones, buscaba incansablemente su respuesta en oración, actividades de la iglesia, tenía tiempos de alabanza profundos, buscando de forma desesperada, tocar el corazón de Dios, alcanzarle de alguna manera con mi búsqueda. Unos años después, con varías de esas respuestas contestadas, oraciones respondidas, empecé a notar que mi fervor y motivación al buscar a Dios había cambiado. Era como si ya no tuviera urgencia, no tuviera un motivo suficiente para buscarle; mi motivación había cambiado.
No puedo olvidar cómo buscaba a Dios en oración, con qué intensidad lo hacía, y
ahora que ya no “le necesito” o que tengo lo que tanto buscaba, no lo hago igual.
Mi busqueda, amor y fervor hacia Dios no puede basarse en la respuesta que
espero obtener, debe ser siempre ferviente, siempre intensa haya tenido o no,
respuesta de parte de Dios a mi oración.

- La lectura puede ser un buen ingrediente para iniciar o generar un cambio en mi vida. Creo que un buen libro puede motivarte e inspirarte a mejorar en cualquier área de nuestra vida. Aparte de la biblia, que nunca dejará de ser nuestro manual de vida, nuestra lámpara y fuente de sabiduría, podemos encontrar buena literatura, autores inspirados por Dios que pueden ayudarnos con el cambio que estamos buscando.

- Yo puedo marcar la diferencia en una vida: no puedo dar cabida al egoísmo en nuestra vida. Compartir con alguna persona un simple intercambio de palabras, un saludo, una conversación casual puede afectar positivamente una vida. No sabremos si algún compañero de trabajo, de estudio, amigo de célula quiere ser escuchado, está viviendo un problema o solo quiere desahogarse. Creo que siguiendo los pasos de Jesús, yo debo mostrar mi amor y compasión por los demás. La invitación es: comparte con alguien, háblale o simplemente, escúchale, ese simple acto puede marcar la diferencia en una vida.

- Contar mis historias podrá hacer mucho bien a una persona. Si el Señor te ha permitido vivir episodios, difíciles, complicados, alegres o tristes, ha sido por un propósito específico que Dios tenía con nosotros, algo nos quería enseñar, corregir, mostrar, y seguramente habrán muchas personas que ahora mismo están viviendo algo que ya pasaste y viviste, y podrás motivarle y hablarle con autoridad que nuestro Dios responde, que lo que está viviendo es temporal, que no se desespere y que por el contrario resista, que una vez finalizada la prueba, el sabor de la victoria y de ver la respuesta de parte de Dios, no tiene comparación con ninguna cosa en esta vida. Habla, cuenta lo que Dios ha hecho en tu vida.

- Nuestra vida devocional siempre será determinante en nuestra vida espiritual. Como seguidores de Jesus, debemos ser personas que tienen contacto con las escrituras, personas que escudriñan, leen y meditan en la Palabra de Dios. Como bien le dijo el Señor a Josue, que nunca se aparte de tu boca este libro. Además de la oración, tener un tiempo de lectura ordenado de la biblia, con anotaciones de lo que Dios me habla, de algún pasaje relevante será un hábito que reforzará y potenciará mi vida como cristiano y seguidor de Jesus.
Creo que un cristiano que tiene vida devocional, contacto con la palabra, es un cristiano desarmado, un cristiano pasivo que cuando tiene a su enemigo en frente, es vulnerable, débil y será tomado por sorpresa muchas veces. Por el contrario, una persona que tiene este buen hábito, tendrá el arma a la mano, estará en posición y permanecerá alerta, ya que la biblia es es espada, esa lámpara que me ayudará en el día malo.